Lamborghini utiliza ahora la inteligencia artificial para perfeccionar la conducción en tiempo real. Lejos de ser una simple evolución de software, este enfoque marca un salto tecnológico donde la IA se convierte en un copiloto activo, capaz de sentir y adaptarse al conductor y su entorno.
Una IA que comprende tu estilo de conducción y tus emociones
Durante la Monterey Car Week, Rouven Mohr, Director Técnico de Lamborghini, detalló esta visión. La marca ya utiliza una primera forma de aprendizaje automático para la gestión del par, adaptando la transmisión de potencia según la superficie y el estilo de conducción. El futuro es aún más ambicioso: el coche podría reconocer las emociones del conductor y adaptar sus controles en consecuencia.
«Si el coche es lo suficientemente inteligente como para detectar que quieres divertirte, que derrape un poco, el algoritmo podría teóricamente pensar: *Vale, este conductor quiere un ángulo de derrape más pronunciado*», explica Mohr. «Entonces gestionaría la rotación del coche de una manera diferente.»
Un sistema de seguridad que se adapta a tu talento
La idea va más allá del estado de ánimo. Lamborghini diseña sistemas que ajustan sus «reglas» de intervención del software según el comportamiento del conductor. Si tus entradas son precisas y tus vueltas a la pista son limpias, las ayudas electrónicas (las «niñeras») se vuelven más discretas. Si comienzas a cometer errores, la red de seguridad se ajusta automáticamente.
La IA incluso podría compensar las deficiencias de rendimiento. Mohr ilustra: «Si el algoritmo reconoce que en cada curva, el conductor utiliza demasiado ángulo de giro, lo que crea subviraje, un sistema de dirección by-wire podría aprender a no darle tanto ángulo para evitarlo.»
El sensor 6D: el «facilitador» indispensable
Esta inteligencia requiere una fuente de datos ultra precisa. La carta maestra física de Lamborghini es su «sensor 6D», presentado con el Fenomeno. Este módulo, no más grande que una pelota de béisbol, es crucial.
Mohr lo describe como el «elemento facilitador». La magia ocurre en el algoritmo, pero este último es inútil sin un flujo constante de datos de alta calidad. «[El sensor 6D] proporciona al algoritmo una información mucho más precisa sobre el estado del coche en términos de balanceo, cabeceo, ya que mide explícitamente el movimiento de la carrocería con seis grados de libertad», precisa.
A diferencia de las configuraciones convencionales que utilizan múltiples sensores independientes, creando un retraso y una aproximación de los datos, el 6D ofrece una visión instantánea y holística de los movimientos del vehículo. Esta precisión es clave para una gestión del control mucho más fina.
Una tendencia industrial: BMW y la interpretación de la intención
Lamborghini no está solo en este camino. BMW también está desarrollando «supercerebros» electrónicos capaces de reconocer la intención del conductor. Su sistema combina cámaras de monitoreo de atención y sensores de par en el volante para diferenciar una maniobra deliberada (como evitar un vehículo estacionado) de un cruce de línea involuntario, evitando así alarmas innecesarias.