Si la Comic-Con de San Diego es la meca de los fans de la cultura pop, la Monterey Car Week es su equivalente automotriz: una celebración de una semana que honra el pasado, presente y futuro del motorsport. Así como la Comic-Con transforma San Diego, la Car Week trae una energía palpable a Monterey, aunque con una tensión creciente. La cultura de los influencers ha amplificado el evento, generando multitudes más grandes, reuniones no oficiales y una búsqueda de contenido viral en redes sociales. Aun así, Monterey es lo suficientemente vasta como para ofrecer mil experiencias distintas, desde el espectáculo gratuito “Legends of the Autobahn” hasta subastas donde vuelan millones de dólares. Para comprobar si el trío clásico—”The Quail” el viernes, Laguna Seca el sábado y el Pebble Beach Concours d’Elegance el domingo—mantenía su magia, seguí a uno de sus patrocinadores de larga data, Rolex. Y, a pesar del bullicio ocasional en los alrededores, me convencí de que no hay otro paraíso igual para los entusiastas del automóvil.
Día 1: The Quail, un encuentro de motorsport
Rolex ha patrocinado The Quail durante 20 años. Entrar allí se siente como descubrir Disneyland por primera vez, pero con ropa elegante y sombrillas. Los coches que normalmente ves en Instagram aparecen de repente sobre un césped perfecto. Es el evento de alfombra roja de la semana. El director Gordon McCall me guió desde una exhibición que celebraba los 60 años del Iso Grifo y el Shelby Mustang GT350, hasta visiones del futuro como el concept car de Lexus. ¿El punto culminante? Dieciséis Ferrari F50 reunidos, y una creciente presencia JDM que incluía un impresionante Toyota 2000GT. Además, una charla relajada con Tom Kristensen, nueve veces ganador de las 24 Horas de Le Mans, quien compartió su nueva pasión por el gravel y las barbacoas, lejos de las carreras. Este acceso privilegiado a leyendas es lo que justifica el precio de 1.500 dólares por entrada.
Día 2: Reunión de Motorsport Rolex en Monterey en Laguna Seca
Si The Quail era champán, la Reunión de Motorsport Rolex en Monterey era una bebida energética. El paddock bullía con coches de carreras de todas las épocas. El clímax fue el Pagani Zonda R EVO, cuyo sonido era electrizante. Luego llegó mi turno: vueltas rápidas en el nuevo Mustang GTD. Abrochado firmemente en el asiento del copiloto, abordamos la famosa curva del “Corkscrew”—una caída de 18 metros que quita el aliento. El V8 sobrealimentado rugía, los cambios de marcha eran nítidos. Incluso al 70% de su capacidad, la sensación era surrealista. El día terminó en lo alto del Corkscrew, observando cómo la historia de las carreras se desarrollaba a pocos metros.
Día 3: Pebble Beach Concours d’Elegance
El domingo, me desperté a las 5 para la “Dawn Patrol”: ver los coches del Concours recorrer la avenida al amanecer. Una experiencia tranquila y mágica—como un salvapantallas teñido de obras de arte en movimiento. Unos 200 coches compitieron por el “Best of Show” bajo un escrutinio riguroso. El ganador fue un espléndido Hispano-Suiza H6C “Tulipwood” Torpedo de 1924—una obra maestra restaurada durante 12.000 horas, con una carrocería completamente de madera. Mi amigo Tom Kristensen también formó parte del jurado.
Conclusión: la magia perdura
La gente siempre lamenta los cambios, pero la magia de la Monterey Car Week permanece. The Quail, Laguna Seca, Pebble Beach—cada uno ofrece una esencia refinada e inmersiva que ha mantenido a esta semana en el centro de la cultura automotriz durante décadas. Las multitudes son más grandes, los influencers más ruidosos, pero el encanto perdura. La Car Week es lo que tú haces de ella. Si no has ido, empieza a planificar para agosto del próximo año. No hay nada que se le compare.