Trump relaja las normas de eficiencia para vehículos nuevos

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Un cambio radical en las normas de consumo de combustible

La administración del presidente Donald Trump anunció una relajación significativa de los estándares de economía de combustible para automóviles y camiones ligeros nuevos en Estados Unidos. Esta decisión, presentada por el Secretario de Transporte y respaldada por ejecutivos de la industria automotriz, representa un giro de 180 grados respecto a las estrictas normas establecidas durante el gobierno anterior.

El fin de los objetivos ambiciosos de la era Obama

Las normas conocidas como CAFE (Corporate Average Fuel Economy) establecidas bajo la presidencia de Barack Obama exigían a los fabricantes lograr una eficiencia promedio de aproximadamente 54.5 millas por galón (mpg) para el año 2025. La nueva regla de la administración Trump reduce el aumento anual requerido en la eficiencia de combustible del 5% al 1.5%, lo que resultaría en un estándar de alrededor de 40 mpg para 2026.

Impacto en la industria y el medio ambiente

Este cambio regulatorio tiene implicaciones profundas. Para los fabricantes de automóviles, significa una reducción inmediata de la presión para electrificar masivamente sus flotas y una mayor flexibilidad para continuar produciendo vehículos más grandes y menos eficientes, como las SUV y las camionetas, que son altamente rentables. Los defensores de la medida argumentan que hará que los vehículos nuevos sean más asequibles al reducir los costos de tecnología.

Sin embargo, los críticos advierten sobre las consecuencias ambientales y económicas. Se estima que el consumo de combustible aumentará en cientos de miles de barriles de petróleo por día, incrementando las emisiones de gases de efecto invernadero. Además, los consumidores podrían gastar más en combustible a lo largo de la vida útil del vehículo, a pesar del posible menor precio inicial.

Un escenario de incertidumbre regulatoria

Esta decisión no pone fin al debate. Varios estados, liderados por California, han prometido impugnar la norma en los tribunales, lo que podría crear un mercado fragmentado con diferentes reglas. La batalla legal define una profunda división sobre la dirección de la política de transporte y cambio climático en el país, dejando a la industria automotriz en un limbo regulatorio.

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