El desafío de las baterías Tesla 4680
Anunciadas como un avance histórico, las celdas de batería Tesla 4680 prometían cambiar las reglas del juego para los vehículos eléctricos. Con su formato más grande y diseño “tabless” (sin pestañas), aseguraban mayores autonomías y costes de producción significativamente menores. Sin embargo, la producción a gran escala de esta tecnología parece estar enfrentando obstáculos inesperados.
La promesa frente a la realidad
Durante el Battery Day de 2020, Tesla desveló las claves de la celda 4680: un 50% más de autonomía, un 56% de reducción de coste por kWh y una capacidad de fabricación seis veces mayor. Estos números generaron una enorme expectativa en el sector. La clave residía en su arquitectura simplificada, que eliminaba componentes innecesarios y optimizaba el espacio dentro de la celda, permitiendo una densidad energética muy superior.
Obstáculos en la escalada productiva
La transición desde una innovación de laboratorio hasta una fabricación industrial masiva y fiable es un camino complejo. Informes recientes sugieren que Tesla y sus socios, como Panasonic, estarían encontrando dificultades para mantener los ritmos de producción previstos inicialmente. Los desafíos técnicos en los procesos de secado y recubrimiento del electrodo, etapas críticas para el rendimiento y la seguridad de la batería, parecen ser el principal escollo.
Impacto en la estrategia de Tesla
Este posible ralentizamiento obliga a la compañía a mantener una estrategia dual de suministro. Mientras perfecciona su producción interna de celdas 4680, Tesla continúa dependiendo en gran medida de proveedores externos como CATL y LG Energy Solution, que suministran baterías de formatos más convencionales. Este escenario podría afectar los plazos para reducir costes finales de sus modelos más asequibles, un pilar fundamental en su misión de acelerar la transición energética.
El desarrollo de la 4680 sigue siendo una carrera tecnológica crucial. Su éxito final determinará no solo el futuro rendimiento de los Tesla, sino también la velocidad a la que la movilidad eléctrica alcanzará la paridad de precios con los vehículos de combustión.