Este sobrecoste persistente relacionado con los coches eléctricos
Los gestores de flotas de vehículos se enfrentan a un desafío financiero inesperado con la electrificación de su parque. Aunque los vehículos eléctricos prometen ahorros a largo plazo, ciertas partidas de gastos revelan sobrecostes significativos que cuestionan la rentabilidad inmediata de esta transición.
La partida de coste de los neumáticos más elevada para las flotas eléctricas
Uno de los elementos más sorprendentes en el presupuesto de mantenimiento de los vehículos eléctricos concierne a los neumáticos. Varios estudios demuestran que los neumáticos de los coches eléctricos se desgastan hasta un 30% más rápido que los de los vehículos térmicos equivalentes. Este desgaste acelerado se explica por varios factores técnicos propios de los vehículos eléctricos.
Las causas técnicas de este desgaste acelerado
El peso adicional de las baterías de ion-litio representa el primer factor de desgaste prematuro. Un coche eléctrico pesa generalmente entre 200 y 500 kg más que un modelo térmico comparable. Esta masa adicional ejerce una presión constante sobre los neumáticos, acelerando su degradación.
El par instantáneo característico de los motores eléctricos constituye el segundo factor determinante. La potencia disponible inmediatamente durante las aceleraciones genera una adherencia máxima que desgasta más rápidamente la goma de los neumáticos. Los gestores de flota observan particularmente este desgaste en los vehículos utilizados en entorno urbano con paradas y arranques frecuentes.
El impacto en la gestión de flota
Para las empresas que gestionan decenas o cientos de vehículos, este sobrecoste en neumáticos se vuelve significativo. El presupuesto de mantenimiento debe ser recalculado para integrar reemplazos más frecuentes, lo que afecta directamente al coste total de propiedad. Algunos gestores reportan ciclos de reemplazo reducidos a 15.000-20.000 km frente a 30.000-40.000 km para vehículos térmicos similares.
Soluciones y adaptaciones necesarias
Ante esta realidad, los gestores de flota desarrollan varias estrategias. La primera consiste en optar por neumáticos específicamente diseñados para vehículos eléctricos, que ofrecen una mejor resistencia al desgaste a pesar de un precio de compra más elevado. El segundo enfoque busca optimizar los estilos de conducción mediante formaciones adaptadas para los conductores.
La presión de los neumáticos también es objeto de una vigilancia reforzada. Mantener una presión óptima permite reducir el desgaste preservando al mismo tiempo la autonomía del vehículo. Algunas empresas invierten en sistemas de monitorización automática de la presión para garantizar un seguimiento permanente.
Perspectivas de evolución del mercado
Los fabricantes de neumáticos han identificado este nuevo mercado y desarrollan activamente gamas dedicadas a los vehículos eléctricos. Estos nuevos productos integran compuestos de goma reforzados y estructuras capaces de soportar las tensiones específicas de la electromovilidad. A medio plazo, esta especialización debería permitir reducir la diferencia de coste con los neumáticos convencionales.
Conclusión
El sobrecoste persistente relacionado con los neumáticos de los coches eléctricos interpela legítimamente a los gestores de flota. Aunque este elemento no cuestiona la transición energética del parque automovilístico, requiere una adaptación de las estrategias de mantenimiento y gestión. La consideración de estas especificidades técnicas permite optimizar el coste total de propiedad y asegurar la rentabilidad de las inversiones en electromovilidad.
