Robert Redford y Paul Newman: La Broma del Porsche Destruido entre las Dos Leyendas

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La leyenda del cine Robert Redford, actor, director y reconocido activista, nos ha dejado a los 89 años. Para rendirle homenaje, recordamos una anécdota tan divertida como icónica sobre la complicidad y la guerra interminable de bromas que mantenía con su amigo de toda la vida, Paul Newman, en torno a un Porsche que quedó completamente inservible.

El origen de la rivalidad automovilística

Paul Newman era un apasionado de las carreras de coches serias, una obsesión que nació después de un curso en la escuela de conducción Bondurant. Hablaba de ello sin parar, hasta el punto de molestar a su amigo Robert Redford, con quien compartía mucho tiempo, tanto en los platós como fuera de ellos.

El primer ataque: un regalo de cumpleaños envenenado

Para el 50 cumpleaños de Newman, Redford decidió pasar a la acción. Consiguió los restos de un Porsche accidentado y lo hizo entregar frente a la casa de su compañero, con un gran lazo de regalo encima. Los detalles precisos sobre el modelo exacto del vehículo se han perdido desafortunadamente en la memoria, aunque algunas fuentes mencionan un coche “encontrado en Connecticut”.

La magistral venganza de Paul Newman

Lo más notable de esta historia es que Newman nunca dijo nada. Prefirió responder con hechos. Poco después, Redford contó que había recibido una entrega cuanto menos sorprendente en su casa alquilada: una caja de metal fundido, tan pesada que destrozó el suelo del salón. La venganza fue tan silenciosa como mordaz.

La transformación en escultura

Nada intimidado, Redford aceptó el reto. Hizo transformar ese bloque de metal en una escultura particularmente fea y la colocó discretamente en el jardín de Newman. La belleza de esta historia reside en su desenlace: ninguno de los dos hombres mencionó nunca este intercambio de favores, haciendo de este Porsche destruido el símbolo perfecto de su amistad burlona e inquebrantable.

El legado cinematográfico de Robert Redford

Más allá de la anécdota, Robert Redford deja tras de sí una filmografía inmensa. Para (re)descubrir su trabajo, clásicos como “Jeremiah Johnson” son imprescindibles, perfectos para una noche de cine. Su legado artístico es simplemente monumental.

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