Prueba del FSD Tesla en ciudad: ¿Realidad o promesa?

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Experiencia con la Conducción Autónoma Total en calles europeas

Poner a prueba el sistema Full Self-Driving (FSD) de Tesla en un entorno urbano complejo como el de una ciudad europea es el examen definitivo. Tras una experiencia práctica, se puede evaluar el estado real de esta tecnología tan prometedora y analizar su comportamiento más allá de las demostraciones controladas.

Un asistente capaz, pero con limitaciones evidentes

En el tráfico fluido y en carreteras bien señalizadas, el FSD opera con una confianza notable. Gestiona los carriles, mantiene la distancia de seguridad y realiza cambios de dirección con fluidez. La sensación inicial es la de contar con un copiloto extremadamente atento. Sin embargo, el escenario cambia en núcleos urbanos densos. Las rotondas con tráfico intenso, los cruces con poca visibilidad y los comportamientos impredecibles de peatones o ciclistas suponen un desafío mayor. El sistema a veces muestra indecisión, con frenadas bruscas o una aceleración demasiado cautelosa que puede romper la naturalidad de la conducción.

La interacción constante: el conductor sigue siendo responsable

Uno de los aprendizajes clave es que el término “autónomo completo” puede llevar a equívocos. El FSD Beta es, en esencia, un sistema de asistencia de nivel 2 avanzado. Requiere una supervisión constante por parte del conductor, que debe mantener las manos cerca del volante y la atención en la carretera. La tecnología actúa bajo la supervisión del usuario, quien debe estar preparado para intervenir en cualquier momento. Esta necesidad de vigilancia permanente plantea preguntas sobre la fatiga del conductor en viajes largos.

El largo camino hacia la autonomía total

La prueba en condiciones reales demuestra que, aunque la inteligencia artificial y los sensores han progresado de forma espectacular, la conducción urbana implica una complejidad social y contextual difícil de codificar. La toma de decisiones en situaciones ambiguas o la interpretación de las intenciones de otros usuarios de la vía siguen siendo un territorio humano. El FSD de Tesla es un avance tecnológico monumental que redefine la asistencia a la conducción, pero el salto hacia una autonomía donde el factor humano sea prescindible en cualquier entorno todavía requiere de evolución y, posiblemente, de un marco regulatorio más definido.

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