Pedro Acosta, piloto oficial de KTM, y João, el cámara, resultaron milagrosamente ilesos tras el grave accidente ocurrido en el Gran Premio de Hungría. La moto de Acosta fue lanzada más de 3 metros por los aires y, tras una serie de movimientos caóticos, impactó directamente contra la torre de filmación situada a considerable distancia de la pista.
Una secuencia increíble captada desde todos los ángulos
Las múltiples grabaciones del accidente compartidas por MotoGP oficial muestran una cadena de eventos increíble. Mientras Pedro Acosta, víctima de lo que parecía una simple caída a baja velocidad, se deslizaba por el circuito, su máquina continuó girando fuera de control. Contra todo pronóstico, al chocar con la barrera de protección, la moto mantuvo suficiente energía cinética para proyectarse hacia arriba en dirección a la plataforma que alberga el equipo de transmisión.
Un caso definitivo que demuestra la efectividad del equipamiento de seguridad
Lo más impactante de este accidente es que ocurrió con una probabilidad de “una en un millón”. Aunque la caída en sí no parecía extremadamente violenta, los sucesivos rebotes y la trayectoria final de la moto parecían sacados de un truco de cine. Afortunadamente, el equipamiento de protección del piloto funcionó a la perfección, permitiéndole deslizarse una larga distancia sin sufrir daños.
Un desenlace afortunado y espíritu de juego limpio
Tras el accidente, Pedro Acosta mostró un gesto conmovedor al preguntar por el bienestar del cámara y firmar una pieza del equipo dañado como recuerdo. El operador de cámara confirmó que, dado que la moto solo dañó el equipo, él se limitó a ser testigo del impacto. Aun así, la visión de una máquina de competición convertida en un proyectil incontrolado evocó un terror indescriptible.
Este incidente sirve como recordatorio de los altos estándares de seguridad en MotoGP. Que Acosta pudiera actuar con normalidad después de una caída tan extrema demuestra la efectividad del traje de cuero integral y el equipamiento de protección. Si consideramos que un accidente a baja velocidad sin el equipamiento adecuado podría haber tenido consecuencias más graves, el contraste es notable. El lema “No te equipas para caminar, te equipas para deslizarte” sigue siendo tan relevante como siempre.