Un posible giro en la normativa europea
El horizonte de 2035, fecha límite establecida por la Unión Europea para la venta de nuevos vehículos de combustión (gasolina, diésel e híbridos), podría sufrir un cambio significativo. Según informaciones procedentes de Bruselas, se está evaluando seriamente la posibilidad de un retraso de cinco años, lo que movería la prohibición efectiva a 2040.
Condiciones estrictas para un posible aplazamiento
Este posible ajuste no sería una simple prórroga sin condiciones. Las instituciones europeas contemplan este escenario únicamente si se cumplen una serie de criterios muy estrictos. El reporte estaría vinculado al progreso real en el despliegue de infraestructura de recarga para vehículos eléctricos en todos los estados miembros, con especial atención a las regiones menos desarrolladas.
Otro factor crucial sería la evolución del mercado de vehículos de cero emisiones y su accesibilidad económica para el consumidor medio. La Comisión Europea quiere evitar a toda costa que un calendario rígido perjudique la competitividad industrial o genere una fractura social entre países.
Presión industrial y debate en curso
Esta reflexión llega en un momento de intenso debate. Por un lado, parte de la industria automovilística ha manifestado preocupaciones sobre la viabilidad del plazo actual, argumentando desafíos en la cadena de suministro y la necesidad de más tiempo para la transición tecnológica. Por otro, los grupos ecologistas defienden la fecha original de 2035 como un compromiso climático irrenunciable para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París.
La discusión técnica y política está ahora sobre la mesa. La posibilidad de un reporte condicionado busca un equilibrio entre la ambición medioambiental y la pragmática socioeconómica, sin renunciar al objetivo final de la descarbonización del transporte.