Este es un CR-X que Honda nunca fabricó. Inspirado en el espíritu del Renault Clio V6 pero diseñado mucho antes, este prototipo único presume de un motor del Prelude ’94 montado en el eje trasero. Una configuración que transforma este compacto en un deportivo de carácter radical.
Una audaz transformación técnica
Esta conversión realizada hace 20 años incluye una transmisión manual de 5 velocidades transaxle con diferencial de deslizamiento limitado – una precaución esencial para controlar este nuevo desplazamiento de masas. Un cortafuegos protege el habitáculo del compartimento del motor, mientras que el eje trasero toma prestados la suspensión, subchasis y frenos de disco del Civic EG, empleando configuración de doble horquilla en las cuatro ruedas.
El corazón mecánico: el H22A del Prelude
El motor procedente de un Prelude 1994 es originalmente un bloque H22A de 2.2 litros que desarrollaba alrededor de 200 caballos. Su rendimiento ha sido mejorado mediante un sistema de escape personalizado, colector de admisión DC Sports y múltiple Skunk2. En la parte delantera, una celda de combustible de 8 galones y suelo de aluminio ocupan el espacio del motor ausente, junto al radiador.
Una apariencia engañosa
Exteriormente, el CR-X mantiene su discreta silueta de hatchback de dos puertas, excepto por unas llantas de 16 pulgadas desproporcionadas y la ventana trasera modificada. Nada sugiere visualmente la bestia mecánica que acecha en la parte posterior, convirtiendo este coche en un auténtico lobo con piel de cordero.
Una oportunidad única para coleccionistas entendidos
Ubicado cerca de Buffalo, Nueva York, este singular CR-X muestra aproximadamente 35,000 millas en su tren motriz y 100,000 millas en el chasis. Representa la oportunidad de poseer una alternativa asequible al NSX o un excéntrico rival para el Toyota MR2, nacido de la pasión de un entusiasta de Lotus por las configuraciones con motor central.